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sábado, 30 de julio de 2011

Una Laguna que fue un oasis.

Concédaseme licencia para autoplagiarme y usar como título de ésta entrega del blog, la frase que acuñé para la conferencia del Dr. José Laguna García dentro del décimo cíclo de conferencias de divulgación científica: Ciencia, Conciencia y Café a la que ya en otras ocasiones me he referido.
El Dr. Laguna, de cuyo fallecimiento me enteré con tristeza el día de ayer, fue un extraordinario científico mexicano y uso el término extraordinario en su sentido literal, el que designa algo fuera de lo común, de lo ordinario.
Sé, como casi cualquier persona que conoce la historia reciente de la ciencia en México, que el Dr. Laguna fue médico, bioquímico -autor de un famoso libro sobre el tema- que fue director de la Facultad de Medicina, en los años setenta, que participó activamente en la creación del Instituto de Fisiología Celular, que fue profesor emérito de la UNAM; pero no lo conocí en esas facetas. Mi conocimiento de él fue más afortunado, lo conocí en su calidad de extraordinaria persona.
El encuentro ocurrió en 1990, poco después del Congreso Universitario, en el cual el Dr. Laguna estuvo participando en la mesa 1, si la memoria no me es infiel. Recién terminado el Congreso, el rector José Sarukhán, lo nombró Coordinador para el Desarrollo Académico de las Unidades Multisciplinarias y en ese carácter empezó a visitar la FES Cuautitlán. A Jaime Keller, entonces director de la Facultad, no le hacía mucha gracia ese jefe irregular y me encargó a mí, como Secretario Académico, que me encargara de atenderlo, lo cual resultó ser todo un privilegio.
José Laguna era un hombre lleno de picardía, de humor y de sabiduría. Era un iconoclasta, una persona con la conciencia de sus méritos académicos y con la sabiduría para no perder el piso ni  tomarse demasiado en serio.
Varias veces lo acompañé en caminatas por las instalaciones de la Facultad, algunas de esas caminatas fueron en visitas oficiales, pero otras ocurrieron a tempranas horas de la mañana, él y yo solos, mientras el siempre puntual doctor Laguna y yo hacíamos tiempo esperando a que llegara la hora del evento al cual asistía.
Al Doctor Laguna le debo haber sido nombrado funcionario en la DGSCA, él me puso en contacto con el Dr. Víctor Guerra, al nombrarme el representante de las cinco unidades multidisciplinarias al consejo asesor de cómputo del rector y al comité de supercómputo.  Fue una gran distinción, que agradecí y sigo agradeciendo.
Era un hombre que en medio de una plática sobre la necesidad de tomar tal o cual acción para mejorar el nivel académico de las multidisciplinarias, se interrumpía de repente y decía cosa como: “Verdad que la mayor falta de respeto a una mujer es no faltarle al respeto”. La cita es tan textual, como lo permite la memoria.
En alguna de esas caminatas por campo 1 pasamos por la construcción que ahora no se que función tiene, pero que en aquellas épocas era una librería. Ahí estaba en ese momento el libro “La Ciencia es Juego de Niños” que yo había escrito y quise comprar uno para regalárselo. Me lo impidió, lo pagó él y me dijo “Eres mi amigo y a los amigos se les compran los libros”. Yo le quería dar un libro y el me regaló una frase, que no olvido. Me dijo que era su amigo y eso, viniendo del Dr. Laguna, era un homenaje.
En otra ocasión, vinieron directores de otras multidisciplinarias a visitar la Facultad, caminábamos él y yo al frente de la comitiva, que lo seguía por todas partes. De repente en campo 1, da vuelta frente a los baños, para entrar a uno de ellos y quienes venían atrás casi se meten con él. Cuando salió, me hizo un comentario, que no reproduzco, sobre las inconveniencias de ciertas situaciones.
Un fin de semana estuvimos trabajando en la casa de piedra que se encontraba junto al rancho 4 Milpas, en un ejercicio de planeación. Fue la última vez que lo ví, sano completamente. El lunes o el martes de la siguiente semana nos trajeron la noticia de que había tenido un derrame cerebral. Juan Antonio Montaraz, Jorge Martínez Peniche, Jorge Tórtora y yo, que lo queríamos muchísimo, nos sentimos muy tristes. Le mandamos una tarjeta, quizás con un ramo de flores.
La pena de saber al amigo en una difícil situación de salud, no nos dio tiempo de entender, que eso también era una desgracia para la Facultad y sin exagerar, para la UNAM.
Es un ejercicio inútil pensar que hubiera pasado si el Dr. Laguna hubiera podido continuar empujando, como lo hacía, con todo su talento, entusiasmo y sabiduría ese proyecto que el rector le había encargado. Dicen que el hubiera no existe, pero estoy seguro que la FES C hubiera sido otra cosa y también las otras multidisciplinarias.
Cuando la FESC cumplió 25 años lo invité, a través de su hijo, a participar en la plática de Ciencia, Conciencia y Café, que he relatado al principio (Ya había antes participado, el Dr. Laguna en otra). Aceptó asistir, acompañado de su hijo. La plática sería el 3 de Mayo, pero ya no ocurrió. La huelga de 1999, lo impidió.
Algunas veces lo busqué, vivía en las calle de  Moras, pero era muy difícil poder verlo. La última ocasión, que nos vimos, nos encontramos por casualidad, en la librería del Sótano, en Miguel Ángel de Quevedo. Estaba muy bien físicamente, pero con problemas para hablar. Nos dio mucho gusto vernos.
Estoy seguro que en la prolífica vida profesional del Dr. Laguna, su encargo de Coordinador para el Desarrollo Académico de la Unidades Multidisciplinarias no fue uno de los más importantes, pero para las Unidades Multidisciplinarias, sí que lo fue. José, si se me permite llamarlo así, fue esa Laguna, que hizo de esas escuelas un Oasis. No quisiera hacer le juego de palabras, demasiado fácil, de decir que sin esa laguna, la FESC se volvió un desierto, pero casi.

6 comentarios:

  1. Sabes Rafael, escuché la noticia en Radio UNAM esa mañana. Me dio tristeza y pensé que nadie se acordarìa de ese señor tan divertido y sencillo. Que bueno que una vez màs, se rinde un cercano homenaje en este blog, a gente que fue tan importante para la facultad en aquellos momentos.
    Te felicito y agradezco esos comentarios que remueven tantos recuerdos lindos. Un abrazo.

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  2. Gracias Beatriz, yo lo recordaba con frecuencia. Un gran personaje, muy fácil de querer.

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  3. Muchas gracias por el comentario de tu blog
    yo recuerdo también cuando mi abuelo presido la mesa 1 del Congreso Universitario. En esas semanas recuerdo que teníamos que alzar la mano a la hora de la comida para decidir si queríamos sopa de verduras arroz o frijol!! (imitando al congreso....mi primer encuentro con la democracia)
    ya les mande el link a mis tíos y primos

    Gracias por tus palabras
    Daniela Ojeda Laguna

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  4. Daniela, es un placer saludarte. Conozco a tu tío Javier, que es quien iba a acompañar a tu abuelo a esa conferencia que ya no se realizó. Que lindo tu primer encuentro con la democracia. Yo estuve en la mesa 6 y aportamos al congreso el famoso debate de las sillas desarornillables y el minuto de gritos para desestresarse. Te mando un abrazo.

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  5. Hola
    le hace un homenaje a mi abuelo este lunes 3 a las 10 am de Octubre en la Facultad de Medicina
    saludos

    https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=explorer&chrome=true&srcid=0B0YahZtRHGQSZTkyMzlmYmEtNTZiMy00NmM1LWIwMmEtMmJhZGRjM2Q4NTEy&hl=en_US

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  6. Hola Daniela. Publiqué una nueva entrada en el blog con la esquela que nos compartiste, para destacar más el anuncio del homenaje. Muchas gracias por avisarnos. Mandaré un correo a algunos amigos de Cuautitlán que estuvieron cerca de tu abuelo.

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